viernes, 28 de octubre de 2011

Crítica de "Mientras duermes"

En la oscuridad del ser humano

 

Aquel lugar donde Jaume Balagueró siempre ha sabido indagar fabricando la pócima correcta que acelera el pulso del espectador, como bien hizo con las dos entregas de Reco la aceptable Frágiles. Sin embargo, esta vez la oscuridad la tiñe lo “natural” del asunto.

 La nueva película del realizador catalán narra la historia de César (Luis Tosar), conserje de un bloque de edificios que, incapaz de ser feliz, se nutre de la infelicidad de los demás para alcanzar la dicha propia. Dado que posee las llaves de todos los vecinos tiene libertad para campar a sus anchas por el edificio, pero la peor parada de las tropelías sociopatológicas de César será Clara (Marta Etura), una preciosa y cándida inquilina cuya sonrisa permanente dará a César un motivo para levantarse cada mañana: ver cómo esta sonrisa se le va borrando.

Balagueró ha firmado un thriller cuya tensión aumenta a medida que la maldad del protagonista se va viendo acorralada. No le llamaría verdaderamente una película de terror. Lejos de fabricar una historia a base de sobresaltos, el verdadero miedo en el que el director escarba es la malicia del ser humano, una sibilina forma de hacer el mal que en ocasiones se manifiesta en simple simpatía o educación; el típico caso del vecino que “parecía un chico muy normal” hasta que el día menos pensado sale esposado en una monovolumen de la Policía Nacional.

Esta maldad personificada la encarna con bastante solvencia el polifacético Tosar (Los lunes al sol, Celda 211) cuya frialdad se va tornando cada vez más espeluznante a medida que se van desentrañando cada uno de sus cavilados planes. Además, el apoyo de actores como Marta Etura (Azuloscurocasinegro) o incluso la fugaz aunque vívida aparición de Petra Martínez (La mala educación).

Una cinta entretenida que se distancia de la originalidad de Rec aunque está plenamente sustentada por su reparto. Frente a la excesiva truculencia que algunas críticas han atribuido al filme, lamento la delicadeza emocional de los emisores de dichos comentarios pues apenas son cinco minutos los que Balagueró cede a cierta atrocidad física que pueda hacer virar la mirada fuera de la pantalla. La atrocidad de esta película es el propio ser humano.