sábado, 11 de diciembre de 2010

Arrogancia compul$iva

La de aquél que antepone su verdad a la realidad latente. Aquél capaz de redibujar y desvirtuar esta realidad tangible en pos de alcanzar su propio beneficio. Más peligrosa que la prepotencia y el autoritarismo impuesto por la fuerza física o la coacción, es la suntuosa vanidad intelectual de la que algunos hacen alarde. Se jactan y sacan su pecho de palomo a pasear ante la aparente superioridad o cualquier atisbo de rivalidad o contencioso intelectual. Tenderán por el contrario a agazaparse ante la afrenta vislumbrada como derrota, musitando lo que en una situación distinta profesarían a viva voz.

Esta concepción hobbesiana de la competición humana en dos flancos, la lucha por la preponderancia física y/o la intelectual, es una de las aberraciones inmanentes a la naturaleza humana que me empuja con más fuerza a odiar o si lo prefieren, recelar del género humano.

Es obvio que somos todos los que pecamos, con mayor o menor profusión, de esta esencia humana, de este desván de nuestra alma que nos arrastra a convertirnos en el gusano más vil y desconsiderado; siendo el objeto de esta desconsideración no siempre la ausencia de caridad o empatía con el semejante sino lo que es casi tan o más dañino, disfrazar o manipular una realidad que para estos sujetos siempre es maleable. Cualquier hecho, criterio o razón será interpretada hasta límites insospechados a favor de su beneficio.

Cuando los agentes emisores de semejantes costumbres no son más que simples humanos corrientes y molientes, o tienen tantos lectores como un servidor, el resultado es inofensivo e incluso positivo para este sujeto arrogante, que seguirá pensando en su ser más profundo que se halla en posesión de la verdad absoluta una vez más. Pero cuando estas diatribas se lanzan desde un puesto con responsabilidades sobre terceros como puede ser un profesor, cualquier actor público (véase políticos, periodistas, deportistas…) o incluso un padre de familia, este problemilla toma la dimensión de un problemón potencial cuya bola puede ir creciendo. Y seguirá creciendo en la medida en que se intente hacerle apreciar o vislumbrar la realidad que nos concierne en cada caso, pues a medida que más atacada vea el sujeto su posibilidad de triunfo mayor será la unanimidad y retórica de sus palabras.

A.P.C.

viernes, 12 de noviembre de 2010

la avaricia de querer pensar

Cuando sabes que dices lo que piensas, cuando tienes que pensar lo que dices ya habiéndolo pensado, cuando actúas sabiendo que tú serás tanto el juez como el juzgado, cuando sabes que no te vas a arrepentir, cuando vale menos una equivocación que seguir intentándolo…cuando una mentira es mejor que una verdad.

sábado, 23 de octubre de 2010

Bienvenidos al infinito

Arrancamos este blog, un espacio para las tonterías más absurdas y las reflexiones más irrelevantes en el que se darán cita dos ilustres mentes atrofiadas y sus desviados pensamientos. Ni que decir tiene que posiblemente muchas de las publicaciones no sean de vuestro agrado o simplemente os parezcan redactadas por un simio perturbado pero es lo bueno y lo malo de Internet y la libertad de expresión.

Inauguro este espacio con una cita del interesantísimo libro de Viktor Frankl, "El hombre en busca de sentido", una maravillosa obra en la que este psicólogo austriaco desenmaraña la supervivencia física y psicológica de los presos del régimen nazi en los campos de concentración.

"¿No recuerda todo esto el viejo cuento de Muerte en Teherán? En cierta ocasión, un poderoso y rico persa paseaba por el jardín con uno de sus criados visiblemente turbado ante la vista de la Muerte, una Muerte que le había amenazado. Suplicaba a su amo le prestase un caballo veloz para apresurarse a llegar a Teherán aquella misma tarde. El amo accedió y el sirviente se alejó al galope. Al regresar a su casa, el amo también se encontró con la Muerte y le preguntó:
-¿Por qué has asustado y aterrorizado a mi criado?.
-Yo no le he amenazado, sólo mostré mi sorpresa al verle aquí cuando en mis planes estaba encontrarlo esta noche en Teherán- respondió la muerte.